jueves, 8 de noviembre de 2012

El lago de los cisnes

Cisne de los canales de Amsterdam


-Oma, cuéntame otra vez la historia del lago- le dijo Jacinta a su abuela.
-Jajaja Pequeña Jacinta, eres incansable... !¿otra vez quieres que te cuente la historia?¡- dijo Greta mientras le lanzaba una mirada tan cálida que podría caldear el más frío de los hogares.
Ese tipo de miradas, solo se proyectan cuando salen desde lo más profundo de los corazones de las personas. 
A Greta esta mirada le salía innata...siempre que estaba cerca de su nieta.
 Jacinta se quedaba hipnotizada cuando su oma la miraba con esos ojos verdes jaspeados que parecían dos piedras preciosas, como el jade.

-Está bien, vamos allá- Pero tienes que estar muy atenta, sabes que oma está mayor y algunas veces se olvida de ciertos detalles- Greta conocía perfectamente a su nieta y sabía que hacerle partícipe de la historia, dándole una tarea importante, le encantaba.
- !Vale¡- Yo te corrijo si veo que te olvidas algo- exclamó la niña, al ver que el papel que tenía durante la narración era mucho más importante que el de mera oyente. 

Jacinta sabía que su abuela olvidaba detalles importantes de la historia, pero a ella no le importaba, se sabía todas las historias de memoria , las había escuchado millones de veces. Además cuando reunía a todos sus muñecos en "su clase" aprovechaba para recordar de nuevo todos los detalles y  contarles estos maravillosos cuentos a esos "alumnos modelos, que nunca rechistaban"

Pero lo que realmente le gustaba de verdad, era la manera como lo hacía, la intensidad, la emoción, la expectación que creaba cada vez que le contaba uno de los cuentos de su repertorio.  
Conseguía que cada vez  fuera como la primera vez que lo había escuchado. 

-¿Recuerdas cuando fuimos al lago Veerplas, cerca de Haarlem?-
-Sí, me acuerdo que ese día lo pasamos muy bien, aunque el tonto de Román perdió uno de mis gorros favoritos, cuando lo tiró al lago- dijo la niña-
- Bien...pues en ese largo viven una familia de nutrías, a las cuales yo conozco desde hace años, algunas veces cuando voy sola, se acercan a la orilla y me cuentan historias del resto de familias de animales que viven en el lago-
-Abuela¡¡, ya soy mayor...las nutrías no hablan, jajaja- dijo la niña riéndose a carcajada limpia.
-¿De verdad crees que no hablan?¡¡¡¡- ¿Entonces como me he enterado yo de esta historia, pequeñaaaaaa??¡¡¡- dijo con un tono de "enfado" por la incredulidad de la niña. (Por dentro no podía dejar de contener la risa)
Jacinta calló, ella sabía que los animales no hablaban pero no tenía claro si ese lago era mágico, además confiaba plenamente en todo lo que saliera de la boca de su abuela.

-Como te iba diciendo...uno de los días que fui a dar un paseo al lago Veerplas, mamá nutria se acercó a saludarme y ver como me iba. Estuvimos hablando de la vida, de lo duro que era para ella y su familia vivir en un lago donde siempre habían turistas y gente alrededor de su casa.
Cuando la veían pasar a ella y a su familia intentaban seguirles, tocarles, hacerse fotos...y mamá nutria estaba muy cansada de esas situaciones. 
A veces hasta se ponía triste y pensaba que la mejor idea era mudarse a otro lago donde no tuvieran tantos problemas con los humanos.

-Yo no quiero que se muden- dijo Jacinta- ¿ Y si viven con nosotros? Yo tengo hueco en mi habitación, a Román lo podemos mandar al sótano y así tenemos otro cuarto más- comentó lanzando una sonrisa picarona que le dejaba entrever unos pocos dientes.
-Bueno, se lo puedo comentar la próxima vez que vaya a visitarlos al lago. Puede que les parezca buena idea-dijo, mientras lanzaba su mirada hacía al cielo, como si estuviera pensando la idea seriamente.

La niña se quedo tranquila, al escuchar que su abuela, les iba a hacer llegar el mensaje a los animales del lago. Incluso ya estaba planteándose como podría enviar a Román a casa de sus primos y tener el sótano libre también. 
Pensó que cuando llegara a casa hablaría con sus padres sobre el tema, a lo mejor, a ellos tampoco les importaba perder de vista a ese mocoso que le hacía la vida imposible.
A los pocos segundos, recapacitó y decidió que nos les diría nada, Román le caía bien, y siempre decía que era su hermana mayor favorita. 
Cierto era, que no tenía ninguna más.

-Mientras tomábamos el té, mamá nutria y yo escuchamos a alguien llorar.
-¿Oyes eso?-le dije a Roberta, así se llama mamá nutria. 
-Geen, se llama Ruperta, abuela-
-Así me gusta que estés atenta¡- le guiñó un ojo.
-Sí-dijo Ruperta. Parece que viene de detrás de esos matorrales. -Vayamos a ver...

Cuando Greta y Ruperta se asomaron se encontraron la imagen de un conejo blanco, que lloraba mientras miraba su rostro reflejado en el agua del lago.

- ¿Se encuentra bien, señor conejo?- dijo Ruperta.
-Yo, al ser humana y no conocer al señor conejo, me escondí y observé la escena desde la haya donde tu hermano y tú soléis escalar.-¿sabes cual te digo?- 
-Sí, en ese árbol yo tengo un secreto, que la próxima vez que vayamos, te enseñaré. 
Pero solo a ti . Solo a ti yaya, no se lo digas a nadie- 

- ¿Como voy a estar bien?buaa buaaa-lloraba el conejo- ¿Tú has visto esta cara? 
-¿Qué le pasa a esta cara?-dijo Ruperta, al no entender lo que estaba pasando
- Hoy me veo muy mayor, cada vez me hago más viejo, más feo, más arrugado...-
sniff, sniff...
-Aaaaaaa, yo no quiero hacerme mayor.
sniff, sniff

-!Pero que tontería es esa¡- le dijo la nutría- Te voy a contar una historia que me contó mi abuela hace muchos años atrás, cuando me vio muy triste porque no quería hacerme mayor. 
Era el día que cumplía 13 años jajaja- 13 años¡¡ exclamó
-Yo tengo 5 veces más buaaa buaaaa- lloró el conejo-

-Una tarde de otoño, mi abuela me pilló llorando en la puerta trasera de su casa. 
Cuando me vio me dijo, con su voz serena y calmada:
-¿Porqué llora mi dulce flor?-
-Abuela, me hago mayor y yo no quiero crecer- recordó Ruperta con cariño
-¿ Y porqué no quieres hacerte mayor, dulce flor?- 
...Cuando uno se hace mayor, va aprendiendo más de la vida...cada día que pasa es más fuerte que el día anterior...cada cosa que ve, la guarda en su memoria para siempre, cada momento que vive le hace más sabio...cada experiencia le hace diferente...único...especial...

-¿Has visto alguna vez un cisne, dulce flor?
-Sí, abuela-
-¿ Y has visto un cisne blanco?...Los cisnes cuando son jóvenes tienen su cuerpo repleto de pelo castaño, de color marrón...apenas se diferencian del resto de las aves o patos con los que viven en el lago.
Cuando se van haciendo mayores, su pelaje cambia y se vuelve blancooooo como la nieve...su cuerpo es esbelto y armónico. Y cuando se desplazan por el agua, se mueven con tanta clase que podrías pensar que te están deleitando con "el maravilloso baile de los cisnes"

El conejo sonrió y dejó de llorar. 
-Soy tan bello como un cisne-
Ruperta lo abrazó y le dijo: -Recuérdalo siempre, los cisnes "como el resto de animales" son más bellos, cada minuto que pasa.


- Abuela, yo ya quiero que llegue mi cumpleaños otra vez¡-
- Tiempo al tiempo Jacinta, tu disfruta cada minuto, como lo hacen los cisnes jóvenes, y no te preocupes por hacerte mayor. 
Cuando lo hagas, recuerda la historia: 

Siéntete siempre con el más bello de los cisnes, la verdadera belleza se encuentra en tu persona, en la esencia que te acompañará desde hoy hasta siempre.




...esta historia va dedicada a una bella cisne...
con la cual siempre ha sido muy fácil marcarse..."el baile de los cisnes"
Gracias























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